- Nota: la historia aquí descrita es real, la paciente es real, aunque omito su nombre por motivos obvios. Recomiendo leer con esta canción de fondo:
- Es ella! Joder qué fuerte!
- - No me lo puedo creer!
Mi primera rotación de prácticas
hospitalarias fue en UCI. Duraron algo más de un mes y aprendí que la “I”
significa, además de intensivo para el paciente, intenso para el cuidador.
Me habían soltado allí con los ruedines,
con el pijama de leche, y , como siempre, tuve que aprender a sobrevivir.
Entre un constante y ensordecedor ruído de máquinas
pitando, drogas intravenosas y colchones antiescaras. Entre una mezcolanza de
olores que a veces preferiría no describir, las emociones se sucedieron.
Emociones e historias.
Hoy vengo a contaros una de esas historias.
Es curioso cómo a veces, los pacientes a
los que más cariño coges son aquellos con los que es imposible comunicarse.
Cuando un tubo de plástico les atraviesa las vías aéreas y son privados de la
bendición o tortura de estar despiertos, están completamente bajo tu cuidado , y
eso os une .
Te interesas por ellos, por su historia,
por los motivos que le han llevado a esa situación, y por cosas insignificantes
que no te interesarían en un paciente normal. Dentro de una UCI todo se
cataliza.
Aprendí muchas cosas en esas prácticas.
Aprendí a fabricar un lazo de agarre para el tubo que haría palidecer al
marinero más experimentado. Aprendí a elaborar una perfusión de mierda de la
buena, que dejaría grogui a una persona durante el tiempo necesario. Aprendí
incluso los valores normales de una jodida analítica. Pero aprendí algo más,
algo que tiene utilidad fuera de los muros de un hospital.
En uno de nuestros típicos descansos para
el café, eché la ojeada matutina a los
titulares del periódico. Los titulares eran los de siempre:
-
El típico incendio en un local del centro
originado por una vela.
-
La enésima promesa incumplida del gobierno.
-
Otro accidente de moto de dos jóvenes.
-
El caso de violencia de género matutino.
Lo normal, por desgracia. Los periódicos
estos días desaniman a cualquiera.
Volvimos al curro, y terminamos las tareas
que quedaban para todo el turno, salvo imprevisto.
Me aburría. Me aburría tanto que comencé a
leer los historiales de mis pacientes. En uno de ellos, entre gasometrías,
electroencefalogramas y antecedentes, se podía leer:
“Motivo de ingreso: accidente de tráfico”
- - Es ella! Joder qué fuerte!
- - No me lo puedo creer!
En efecto. Era ella.
Había ingresado esa misma mañana,
justo antes de que yo entrara, por el accidente ocurrido de madrugada.
Su historia es ésta: había
faltado a clase esa mañana por estar con su novio. La había recogido en moto
cerca de casa y , de camino a donde sea que se dirigieran, habían tenido el
accidente. Ella no llevaba casco, y se llevó toda la fuerza del golpe. Él iba
drogado. Sus padres pensaban que estaba en el colegio, y la llamada que
recibieron no quiero ni imaginarla.
El caso es que allí estaba,
inconsciente. Su pronóstico, muy grave, sus posibilidades, pocas.
Una persona de mi edad, con todo
por vivir, con todo por hacer, allí.
Piensas que podrías haber sido
tú. Que en cualquier momento las desgracias que te son ajenas pueden dejar de
serlo, que no eres invulnerable.
Yo no era su enfermero, nunca lo
fui. Estaba al cuidado de compañeros míos , pero eso no me impidió interesarme
por su evolución.
Todos los días le hacía una
pequeña visita, para saber cómo se encontraba.
He de decir que no albergaba
muchas esperanzas. Las primeras semanas fueron poco alentadoras.
Cada pequeña visita diaria que
hacía empeoraba la sensación. De un día para otro: medidor de presión
intracraneal, constantes que empeoran, médicos dejando caer lo peor, enfermeras
desalentadas…. Cuando llegó la craniectomía descompresiva la di por perdida….
Pero no.
Nunca hay que perder la esperanza
chicos, pues es lo único que Pandora tuvo ovarios de rescatar.
Mejoró.
Llegué una tarde y me dijeron que
la situación había mejorado muchísimo, que tardaría, pero se recuperaría.
Fui a verla, y descubrí que la
infinidad de tubos que tenía conectada se redujo a la mitad. Se veía mejor,
desprendía vida, y esbocé una sonrisa.
Los días pasaron, y entre
exámenes y fiestas estaban las prácticas. Atendí y cuidé de muchos pacientes en
ese periodo, pero seguía haciendo un hueco para visitarla. Me sentía obligado a
hacerlo. Y en una de esas visitas, algo mágico pasó.
La despertaron. La desintubaron y
poco a poco recobró la consciencia. Volvió al mundo de los vivos, y abrió los
ojos. Abrió los ojos y me miró.
Unos bonitos ojos marrones que,
aunque probablemente estuviesen mirando al infinito, me atravesaron.
Fue la primera vez que vi a
alguien despertar de un coma, y fue una sensación maravillosa.
Al día siguiente volvimos a
visitarla, y nada más verme, me saludó. No me conocía de nada, sólo me había
visto el día anterior, y no podía ni hablar, pero agitó una mano y me saludó.
Es una de las experiencias más
bonitas que he podido sentir enfundado en un pijama. Son estas cosas las que
reafirman tu vocación, las que te hacen seguir día a día.
Los días pasaron y nosotros
seguíamos viéndola a diario, charlando con ella cuando pudo hablar, hasta que
las buenas noticias se sucedieron. Todo estaba mejorando y podía subir a
planta.
- - Síi joder!! Eso es! – grité para mis adentros.
La alegría se apoderó de mí.
Fue raro volver a la unidad y
que, por primera vez en un mes, no estuviera allí, aunque fuesen buenas
noticias. Cuando estás un mes con un paciente y ves su cama vacía u ocupada por
otro, es raro.
Seguimos un tiempo allí y , unos días antes de
terminar la rotación, la supervisora nos llamó:
- - Tenéis visita.
Cuando salimos y vimos que era
ella, no nos lo podíamos creer. Iba en silla de ruedas porque aún estaba débil.
Sin embargo, tenía una sonrisa de oreja a oreja, y desprendía una vitalidad que
decía a gritos: “miradme, he podido con
esta mierda”.
El motivo de su visita? Era su
cumpleaños, tenía bombones y estábamos invitados a la fiesta en Medicina
Interna.
No llegó a decirnos nada, pero de
su cara , su sonrisa y su comportamiento se desprendieron 2 palabras:
-
- - Muchas gracias.
Y desde aquí quiero decirte, querida amiga:
Gracias a ti.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPufff me has emocionado mucho! Enhorabuena por el blog, es genial la manera de expresar tantas sensaciones que comparto y esta en especial por que vivi algo similar. Lastima no poder oir la cancion de fondo. Gracias
ResponderEliminarNo puedo más que escribirte un enhorabuena por el blog, y concretamente por esta entrada, porque tengo los ojos llenos de lágrimas! Has sido la luz al final del túnel, el porqué no tiro la toalla tras dos años en paro. GRACIAS
ResponderEliminarSolo decirte "Enhorabuena" por este magnífico blog, algún día no muy lejano espero poder estar viviendo todo lo que cuentas, aunque con solo leerlo ya lo siento porque es inevitable sentir ese escalofrío que me recorre solo de imaginarlo...y con lágrimas en los ojos te deseo lo mejor, que vivas una bonita experiencia con todos sus contras, como espero poder hacerlo yo. Sígue escribiendo ya que tienes la capacidad de llegar a la gente solo con palabras, y a muchas personas nos sirve de inspiración y para sentirnos identificados.
ResponderEliminarguauu... precioso... yo tambien he estado en REA de practicas y conozco tus sentimientos a la hora de hablar de este tipo de pacientes, son especiales sin duda
ResponderEliminarGRACIAS :9
Precioso relato.. Que sintetiza a la perfección lo que siente al ser enfermera de UCI y ver despertar a un paciente. Llevo 30 años ahí, y no creo que pudiera estar en otro sitio. Con las alegrías y las tristezas. Sólo un puntualización compi... No es desintubar! Es extubar jajajaaa (mira que somos pilas las de UCI eh!) Un saludo empijamado!
ResponderEliminarPijas, no pilas *
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