Bien, la cuestión que os planteo es simple: cambia en algo la atención que proporcionas a tus pacientes si vas lleno de tatuajes, colmado de piercings, con el pelo de colores o una explosiva combinación de todas? Mi opinión es que no, como podréis imaginar. Si estás leyendo esto lo más probable es que coincidáis conmigo.
El caso es que mucha gente opinaba lo contrario, bastante más personas de las que me imaginaba. Por eso he decidido mover aquí el debate, exponer las dos posiciones y ver qué pensáis, en qué situación estamos.Bien, la teoría es fácil: por muchos tatuajes que lleves, por muchos aros que te perforen la nariz, por muy estrafalario que sea el color de tu pelo, no vas a trabajar ni mejor ni peor no? Tus actitudes y aptitudes son las que son y están ahí.
Por otra parte, es la misma teoría la que nos dice que una de las necesidades básicas de un paciente es la seguridad y aunque nos pese, mucha gente, sobre todo mayor, no se siente segura/cómoda ante apariencias poco comunes.
Una de las cosas que dije aquel día fue que si una persona no debería tatuarse porque su trabajo se lo impide, una persona con la cara desfigurada por un accidente tendría el mismo problema. La gente me decía que eso no es lo mismo, que eso no es una elección. No sé.
Realmente importa eso? Por qué si algunas compañeras van con las uñas kilométricas y pintadas o el pelo suelto todas divinas no decimos nada y aquí sí?
Qué opináis?
