jueves, 26 de diciembre de 2013

Vivir en pijama, capítulo 7: Una historia real

-       Nota: la historia aquí descrita es real, la paciente es real, aunque omito su nombre por motivos obvios.  Recomiendo leer con esta canción de fondo: 




Es ella! Joder qué fuerte!
-       - No me lo puedo creer!


Mi primera rotación de prácticas hospitalarias fue en UCI. Duraron algo más de un mes y aprendí que la “I” significa, además de intensivo para el paciente, intenso para el cuidador.
Me habían soltado allí con los ruedines, con el pijama de leche, y , como siempre, tuve que aprender a sobrevivir.
Entre un constante y ensordecedor ruído de máquinas pitando, drogas intravenosas y colchones antiescaras. Entre una mezcolanza de olores que a veces preferiría no describir, las emociones se sucedieron. Emociones e historias.

Hoy vengo a contaros una de esas historias.

Es curioso cómo a veces, los pacientes a los que más cariño coges son aquellos con los que es imposible comunicarse. Cuando un tubo de plástico les atraviesa las vías aéreas y son privados de la bendición o tortura de estar despiertos, están completamente bajo tu cuidado , y eso os une .
Te interesas por ellos, por su historia, por los motivos que le han llevado a esa situación, y por cosas insignificantes que no te interesarían en un paciente normal. Dentro de una UCI todo se cataliza.
Aprendí muchas cosas en esas prácticas. Aprendí a fabricar un lazo de agarre para el tubo que haría palidecer al marinero más experimentado. Aprendí a elaborar una perfusión de mierda de la buena, que dejaría grogui a una persona durante el tiempo necesario. Aprendí incluso los valores normales de una jodida analítica. Pero aprendí algo más, algo que tiene utilidad fuera de los muros de un hospital.
En uno de nuestros típicos descansos para el café,  eché la ojeada matutina a los titulares del periódico. Los titulares eran los de siempre:

-       El típico incendio en un local del centro originado por una vela.
-       La enésima promesa incumplida del gobierno.
-       Otro accidente de moto de dos jóvenes.
-       El caso de violencia de género matutino.

Lo normal, por desgracia. Los periódicos estos días desaniman a cualquiera.
Volvimos al curro, y terminamos las tareas que quedaban para todo el turno, salvo imprevisto.
Me aburría. Me aburría tanto que comencé a leer los historiales de mis pacientes. En uno de ellos, entre gasometrías, electroencefalogramas y antecedentes, se podía leer:

“Motivo de ingreso: accidente de tráfico”

-       - Es ella! Joder qué fuerte!
-       - No me lo puedo creer!


En efecto. Era ella.

Había ingresado esa misma mañana, justo antes de que yo entrara, por el accidente ocurrido de madrugada.
Su historia es ésta: había faltado a clase esa mañana por estar con su novio. La había recogido en moto cerca de casa y , de camino a donde sea que se dirigieran, habían tenido el accidente. Ella no llevaba casco, y se llevó toda la fuerza del golpe. Él iba drogado. Sus padres pensaban que estaba en el colegio, y la llamada que recibieron no quiero ni imaginarla.
El caso es que allí estaba, inconsciente. Su pronóstico, muy grave, sus posibilidades, pocas.
Una persona de mi edad, con todo por vivir, con todo por hacer, allí.
Piensas que podrías haber sido tú. Que en cualquier momento las desgracias que te son ajenas pueden dejar de serlo, que no eres invulnerable.
Yo no era su enfermero, nunca lo fui. Estaba al cuidado de compañeros míos , pero eso no me impidió interesarme por su evolución.
Todos los días le hacía una pequeña visita, para saber cómo se encontraba.
He de decir que no albergaba muchas esperanzas. Las primeras semanas fueron poco alentadoras.
Cada pequeña visita diaria que hacía empeoraba la sensación. De un día para otro: medidor de presión intracraneal, constantes que empeoran, médicos dejando caer lo peor, enfermeras desalentadas…. Cuando llegó la craniectomía descompresiva la di por perdida….
Pero no.
Nunca hay que perder la esperanza chicos, pues es lo único que Pandora tuvo ovarios de rescatar.
Mejoró.
Llegué una tarde y me dijeron que la situación había mejorado muchísimo, que tardaría, pero se recuperaría.
Fui a verla, y descubrí que la infinidad de tubos que tenía conectada se redujo a la mitad. Se veía mejor, desprendía vida, y esbocé una sonrisa.
Los días pasaron, y entre exámenes y fiestas estaban las prácticas. Atendí y cuidé de muchos pacientes en ese periodo, pero seguía haciendo un hueco para visitarla. Me sentía obligado a hacerlo. Y en una de esas visitas, algo mágico pasó.
La despertaron. La desintubaron y poco a poco recobró la consciencia. Volvió al mundo de los vivos, y abrió los ojos. Abrió los ojos y me miró.
Unos bonitos ojos marrones que, aunque probablemente estuviesen mirando al infinito, me atravesaron.
Fue la primera vez que vi a alguien despertar de un coma, y fue una sensación maravillosa.
Al día siguiente volvimos a visitarla, y nada más verme, me saludó. No me conocía de nada, sólo me había visto el día anterior, y no podía ni hablar, pero agitó una mano y me saludó.
Es una de las experiencias más bonitas que he podido sentir enfundado en un pijama. Son estas cosas las que reafirman tu vocación, las que te hacen seguir día a día.
Los días pasaron y nosotros seguíamos viéndola a diario, charlando con ella cuando pudo hablar, hasta que las buenas noticias se sucedieron. Todo estaba mejorando y podía subir a planta.

-       - Síi joder!! Eso es! – grité para mis adentros. La alegría se apoderó de mí.

Fue raro volver a la unidad y que, por primera vez en un mes, no estuviera allí, aunque fuesen buenas noticias. Cuando estás un mes con un paciente y ves su cama vacía u ocupada por otro, es raro.
 Seguimos un tiempo allí y , unos días antes de terminar la rotación, la supervisora nos llamó:

-       - Tenéis visita.

Cuando salimos y vimos que era ella, no nos lo podíamos creer. Iba en silla de ruedas porque aún estaba débil. Sin embargo, tenía una sonrisa de oreja a oreja, y desprendía una vitalidad que decía a gritos: “miradme,  he podido con esta mierda”.
El motivo de su visita? Era su cumpleaños, tenía bombones y estábamos invitados a la fiesta en Medicina Interna.
No llegó a decirnos nada, pero de su cara , su sonrisa y su comportamiento se desprendieron 2 palabras:
-       
-                                    - Muchas gracias.

Y desde aquí quiero decirte, querida amiga:

Gracias a ti.


sábado, 23 de noviembre de 2013

Vivir en pijama, capítulo 6: buscando el flow.


 El despertador  destroza mi sueño y me devuelve al mundo real. Como recompensa yo destrozo el despertador contra un muro real. Me despierto a una hora en la que la mayoría duerme.Miro por la ventana mientras me deslegaño. El señor que pone las calles aún no ha venido. El cielo sigue negro, negro como el café que me tomo para afrontar el día que me espera. Me mantengo fáciles 10 minutos mirando al infinito, admirando las formas que toman los Choco Crispies flotando en la taza. Nada tiene sentido.

Café.

Ducha, ropa , cepillo , pasta , colonia , mochila , móvil, llaves , calle , parada , frío , autobús , bamboleo, bostezo , luna , frío , hospital .
Entrañables borrachines estirando el calor de un After amenizan el trayecto al mismo, y me hacen plantearme muchas cosas.
En los vestuarios nos cambiamos todos juntos, la vergüenza es un vicio no permitido en esta profesión.  Se habla del partido de ayer, del  nuevo vídeo friki de turno, de los que salieron ayer porque hoy libraban, de cómo tenemos el día…y fichas, muchas fichas. Campos de fútbol de fichas que, debido a nuestra ajetreada agenda, hay que soltar cuando nos vemos.
De blanco pringao , salimos a patear en los huevos al estrés y el cansancio. Somos el ejército empijamado y estamos juntos en esto. Entramos en planta y cambiamos el chip. Cambiamos las risas por las sonrisas, las bromas por los las ganas y el pasotismo por el interés. Estamos en el otro lado.
Lo primero que haces al llegar a un nuevo día de prácticas es escoger la enfermera que más te explique y aconseje y bla bla bla…..


MENTIRA!

Escoges a la que más te deje hacer, con supervisión y consejo, pues es así como se aprende.
Por llegar un poco tarde, te sueltan la mítica:
-        Venga, que vamos retrasados, he empezado con las analíticas y las curas, te he dejado los controles.
Uy mecachis pero qué considerada! Muy mamable por tu parte.
Qué le vamos a hacer, los controles son el “dar cera, pulir cera” de los enfermeros no? 
-        Y las tensiones a mano, que es más fiable.
Sí hombre! Y eso me lo dice la que monta un campo estéril para luego usar guantes normales.  Perra!
Da igual, son las primeras prácticas y tú dices que sí a todo.
Café.
Poco a poco vas aprendiendo a moverte como pez en el agua. Sacar sangre, poner vías o pautar sueros deja de ser un drama o un galimatías, para convertirse en tu día a día. Se atisban los primeros brotes de tu forma de trabajar. Intentas aprender todas las técnicas, pues cada maestrillo tiene su librillo, para después terminar teniendo las tuyas propias.
Los tapones amarillos, gasas y compresor comienzan a ser inquilinos habituales de tus bolsillos ( y permanentes en tu taquilla). Las tijeras se convierten en uno de tus mejores amigos y descubres la infinidad de utilidades del esparadrapo de papel (bendito sea). No entiendes por qué se guardan en la misma caja los dos tipos de apósitos existentes (los que no se pegan y los que no se pueden despegar). Una colección policromática de manchas de mierda sirven como marcas de guerra en tu pijama, y como tu currículum vitae.
Eres fuerte, cada vez más, y creces. Donde veías un drama, ahora ves un problema por solucionar. Donde veías un problema, ahora sólo ves trabajo y donde veías trabajo, ahora ves aprendizaje.
Café.
En los descansos se comenta la mañana . Para el cerebro, café. Para el ánimo, chocolate. Para todo lo demás, tus amigos. Esas interminables risas en la cafetería de personal con tus compañeros , con los que compartes tanto, son la mejor energía para volver a planta con ganas.
Y el trabajo de espera, toneladas de trabajo. Siempre se acumula cuando vuelves del descanso y algún día le daré una hostia a Murphy por eso. Montañas de sueros se apilan a mi alrededor. Toneladas de medicación me esperan y a veces me siento más como un camarero que como un enfermero. Purgando sueros como tirando cañas, la mañana se pasa volando.
En los pocos ratos de descanso , en los que puedes sentarte en el control, llega la supervisora (Murphy, te debo otra), y se inventa alguna tarea tan importante e imprescindible que si no hay gente de prácticas no se hace.
Pero bueno, se acaba por hoy. El día? No amigos, esto es ENFERMERÍA, tenemos escasas 2 horas para comer y por la tarde a clase.
Bus, hambre, sed, sol, ascensor, casa, olla, agua, pasta, cepillo, pasta, estrés, cansancio, mochila, clase, fichas, cobra, clase, apuntes , estrés, nostalgia.
En una clase llena de columnas que nos tapan la vista, nuestras caras nos delatan y consiguen que los profesores sean benévolos  . Me pasan un papelito: cañas y póker al salir de clase.
A eso de las 11 llego a casa. Sin cenar, sin ducharme y sin haber estudiar para el examen de la semana que viene. No puedo dormir, he tomado demasiado café. El sueño hará presa de mí mañana, pero sabemos cómo se arreglará.
Café.




sábado, 19 de octubre de 2013

Vivir en Pijama: Capítulo 5 – Un vínculo y un equilibrio


(Antes de nada, hoy es el día mundial contra el cáncer de mama. Como persona cercana a casos de esta enfermedad, todas las palabras que yo pueda decir se quedan cortas para describir la valentía de las personas que luchan contra ella . Mi más enérgica enhorabuena y ánimos para las que peleáis con ello, sois la puta hostia  ;)    )

Vamos pallá

Nunca habéis tenido una idea clara en la cabeza, pero teníais tantas formas de explicarla y tantas ideas que os bloqueáis y no sabéis por dónde empezar? Pues eso me ha pasado con esta entrada.
Una de las preguntas que más me hacen mis amigos muggles (véase, no sanitarios) sobre mi trabajo es : cómo haces para que no te afecten las cosas que ves en el hospital? Cómo puedes no deprimirte ante tal espiral de desgracias? La respuesta es fácil : no puedo.
Verás, la relación que existe entre una enfermera y sus pacientes es complicada. Cómo explicártela?
Cómo explicarte lo que es el dolor, si no ves a gente buena morir cada día de las formas más injustas?
Cómo explicarte lo que es el sufrimiento, si las lágrimas de unas niñas llorando porque su madre en coma jamás volvería con ellas no te han taladrado el alma?
Cómo explicarte lo que es la esperanza, si no has visto a un niño nacer, y lo has sostenido sanguinolento para dárselo a su madre cambiando su vida para siempre?
Cómo explicarte lo que es el valor, si personajillos pálidos sin pelo luchando por su vida no te demuestran más fuerza que cualquier persona que hayas visto jamás?
Cómo explicarte lo que es la vida, si no aprendes a valorarla cada día más enfundado en un pijama?
Cómo proporcionar a tus pacientes unos cuidados de calidad, que realmente ayuden a cuidarlos, sin caer en la puta despersonalización que atrapa a muchos enfermeros?

Siempre he defendido que la enfermería es una profesión bidimensional, y que para llegar a ser bueno tienes que dominar los dos planos, alcanzando un equilibrio entre ellos.

El primero es el plano técnico. Claro que sí, poseer unos conocimientos científicos adecuados en x ámbitos es totalmente necesario, y es lo que nos diferencia de un simple cuidador. Es también relativamente fácil. Los conocimientos prácticos se aprenden, antes o después, con esfuerzo y tesón.
El segundo, y la piedra en el camino de muchos, es el plano emocional. Como he dicho antes, no somos simples cuidadores, pero tampoco somos científicos , ni los pacientes experimentos. Somos personas, y es complicado. Este plano no te lo enseñan en ningún aula, nadie te va a entrenar para soportar mejor las desgracias ajenas. No amigo, tendrás que ver mucha mierda para aprender a manejarlo en mayor o menor medida, pero es cosa tuya. Verás a gente morir, gente que ha estado a tu cuidado durante mucho tiempo, o gente de paso. Verás a gente más joven que tú perder la vida sin razón, y a sus familiares desesperarse por su pérdida. Verás mierda, montañas de mierda, campos de fútbol de mierda, y aún así no lo dejarás. Sabes por qué?
Porque la muerte da paso a la vida, y muchos niños verán tu cara al venir al mundo.
Porque las lágrimas de agradecimiento de una persona que tus esfuerzos han ayudado a curar son una de las mejores cosas que te pasará en la vida..
Porque mucha gente tendrá una segunda oportunidad, y tú, en mayor o menor medida, serás partícipe de ello.
Porque has elegido esta profesión, sabías a lo que te exponías y créeme, los beneficios superan con creces a los inconvenientes.


Y ahora viene lo difícil, el equilibrio.
Muchas personas, sobre todo las veteranas, llevan la profesionalidad por bandera, sabiéndose hasta los prospectos y proporcionando al paciente las mejores curas, el mejor tratamiento…etc. Sin embargo, no hablan con sus pacientes, no respetan su intimidad o sus peticiones, no están ahí para ellos más que como simples parcheadores. Sabéis quienes son? Exactamente los mismos que se refieren a sus pacientes por el número de su habitación.
El extremo contrario es exactamente la misma mierda, de nada te sirve ser la Madre Teresa si cambias el sistema de una vía cada 10 días.
Personalmente intento buscar el equilibrio. Es difícil, y creedme, cada vez lo será más, pero eso no me importa.
Sé que el sistema sanitario español nos adjudica demasiados pacientes y no hay tiempo para todo.
Sé que se valorará igual mi trabajo haciéndolo bien que mal.
Sé que hay mucha “vaca sagrada”, más antigua que el viento, que refunfuñará por mi manera de hacer las cosas.

Pero me da igual.

Me da igual porque sé que, en el momento en que deje de buscar el equilibrio, en el momento en el que deje de ser ENFERMERO para ser un mero dador de pastillas, un pinchador, sabré que ya no sirvo para esto.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Capítulo 4: el otro lado


Dicen que los enfermeros estamos hechos de otra pasta, que tenemos nervios de acero y una sorprendente entereza ante asquerosidades que harían desfallecer a la gran mayoría. Dicen que hay que valer, que debes tener esas aptidudes desde siempre y que no todos las tienen. Que sabemos manejarnos en esas situaciones porque somos más fuertes en ese sentido. Discrepo. Discrepo muy fuerte . Desde luego, si los que dicen esto me vieran en mis primeros días en un hospital, no dirían lo mismo.
Si supiesen cómo me sentí cuando adquirí tanta responsabilidad, no dirían lo mismo. Si se imaginasen lo que sentí cuando fui a comprar mi primer pijama blanco, no dirían lo mismo. Y si viesen cómo me temblaban las piernas con las primeras curas, inyecciones o simples controles, joder si pensarían lo mismo!!!

Y es que el primer día en un hospital es muy intenso. Seguro que cada uno tiene su propia historia, pero apuesto a que todas se cruzan en varios puntos.
El primer paso es comprar tu uniforme de prácticas. Nombre : pijama . Color: blanco pardillo. El calzado varía: los más puristas optaron por las ortopédicas de rigor. Las víctimas del estilo lucían crocks de colores (aunque mis constantes dolores de pies terminarían por darles la razón). También necesitas una acreditación, algo que sirve para que la supervisora no esfuerce su ya saturada psique en recordar tu nombre. 
Llega el día y todo está preparado. Todo...menos tú.
Nada de lo que hubieses hecho te podría haber preparado para ese momento. No se trata de conocimientos, maña o nervios de acero. Se trata de personas. Personas con problemas de salud que confían en ti para que cuides de ellas.
Los pensamientos y los miedos se acumulan, no eres capaz de procesar tanta mierda y se bloquea el sistema. Ctrl+Alt+Supr!!!
Llega la profesora asociada a la facultad. Reunidos en un aula, nos vomita un discurso  jodidamente épico que se me olvida a los 5 minutos. Supongo que fue algo tipo: os llevaré de la manita y se os dará todo masticadito. No toqueis nada y manteneos lo más lejos posible de las cosas que pinchan.
Una vez terminado, se nos asigna una planta a cada uno y una llave de vestuarios. Se nos ordena que nos cambiemos. Ha llegado el momento. No sé a vosotros, pero a mí ponerme el pijama blanco por primera vez me produjo un cosquilleo aún hoy difícil de emular, que recordaré toda mi vida. Un no se qué que qué se yo.Recuerdo perfectamente ese momento, el instante  en el que empezabas la profesión de tu vida, aquello a lo que te dedicarías con tesón durante muchos años, y la enorme cantidad de experiencias que te proporcionaría, de las que en ese momento no podías ser consciente.
Sales de los vestuarios y se te conduce a tu planta. Te espera una señora regordeta, con mucho oro colgando, las uñas kilométricas de colores chillones y el moldeado recién hecho. Ese espécimen se conoce como supervisora, y son una raza de la que hablaremos en posteriores entradas del blog.
La súper te da la bienvenida a su planta, te explica un poco por encima cómo va la movida y te asigna con el más pardillo de la planta, aquel que sea capaz de enseñarte a utilizar un termómetro, un tensímetro y 3 o 4 cosas más. Toca visita por las habitaciones. Ves a los pacientes y se hace raro. Son tu responsabilidad. Aunque la semana siguiente te los encuentres en un bar y te tomes un café con ellos, en ese momento están bajo tu cuidado.
Todo se vuelve acojonantemente delicado, tienes miedo de romper hasta el suelo y te abruma la cantidad de factores que te son ajenos. Por fin , después de toda una vida viendo el funcionamiento de un hospital como paciente, como por arte de magia pasas "al otro lado" . Al del interior del control, basicamente. Donde sólo te importaba estar bien atendido y que te curasen, descubres un universo de personajes, máquinas, protocolos, medicación y procedimientos que tardarás muchos años en dominar. Inevitablemente comparas lo que estás viendo con lo que habías imaginado. La vista desde el exterior y las innumerables series de televisión hospitalarias no se acercan mucho a lo que es la realidad.
Si pudiésemos vernos ahora, con la inexperiencia y la indecisión con la que lo hacíamos las cosas, TODOS nos abofetearíamos. Completos inútiles. pero yo digo: Y qué?
Y qué si tomar un pulso  nos llevaba 5 minutos y volvíamos a empezar, si cada cura era un mundo y tomar una tensión nos llevaba 3 intentos? Y qué si las llaves de 3 vías eran un galimatías para nosotros? Estábamos aprendiendo. Había mucho por aprender, y era apasionante.
Al final del primer día, las conversaciones se sucedían en la cafetería. Algunos habíamos pinchado un Clexane, y eso para nosotros , ilusos, era un mundo. Otros habían hecho curas complicadísimas o incluso sacado sangre. Alguno se había desmayado. Más de uno dejó la carrera después de las primeras prácticas, sabiéndose incapaz de desempeñar esta profesión.
Pero había algo en común para todos: algo había cambiado. Habíamos pasado al otro lado. La gente, uniformados por el hospital nos miraba de otra forma, y lo notábamos.  Ya lo dijo el tío de Spiderman, un gran pijama conlleva una gran responsabilidad, y empezábamos a darnos cuenta. Habíamos pasado al otro lado, y nos gustaba. Qué cojones, nos encantaba.
Ante nosotros se abría un mundo bastísimo. A veces duro, a veces gratificante, pero siempre intenso.
A día de hoy, 6 o 7 años después, cada uno ha elegido su camino. Algunos tuvimos otros trabajos antes de poder ejercer, otros nunca llegaron a hacerlo, pero siempre recordaremos el día en el que, sin comerlo ni beberlo,  pasamos al otro lado.

jueves, 13 de junio de 2013

Capítulo 3: La antesala del miedo

Antes de todo gran paso en la vida de uno existe algo llamado “preparación”. Y cuando hablamos de prepararte para entrar en un hospital hablamos de algo serio. A estas alturas, visto lo visto, lo mejor por parte de nuestros profesores hubiese sido un discurso en plan: “sois la mierda cantante y danzande del hospital” cual Tyler Durden. O bien uno que acojone como el del sargento Hartman en la chaqueta metálica.  Pero no, intentaron enseñarnos, fíjate tú lo que son las cosas.
Para empezar la instrucción práctica has de partir de la base. Los pacientes están en una cama, pues vamos a aprender a hacer y cambiar la cama.
Ah cojonudo, eso lo sé hacer, hace más de un año que no me la hace mi madre.
 Error!
Resulta que hacer la cama de un paciente es un ejercicio de ingeniería milimétrica para el que se necesitan un mínimo de 2 personas,  3 si el paciente es colega de Ronald Mc Donald. Muerte a las arrugas! Ellas son nuestro enemigo!
Bueno, empezamos bien, si esto tiene un procedimiento así, no quiero ni imaginarme el resto.
Prosigamos, paso 2 : la frecuencia cardiaca.
-          ¿Qué es eso profesora?
-        -   El pulso.
-       -    Ah coño…
Y dices que podemos tomarnos la FC en todas esas partes del cuerpo? Uy qué cosas, no sabía yo que tenía tantas arterias. Bueno, esa es la teoría, porque yo creo firmemente que el pulso pedio es un invento de los médicos para irse de pros.
Aprender a tomar el pulso está bien. Adquieres consciencia de tu propia subnormalidad, al ser incapaz de contar latidos en 15 segundos.Multiplicarlos por cuatro mentalmente ya es el modo hardcore.
La práctica continúa con la profesora enseñándonos cómo se toma la tensión arterial, y seamos sinceros, unas clasecillas previas de anatomía no nos habrían venido mal a ninguno, por saber dónde están las arterias, más que nada. Pero bueno, después de colocar el manguito del revés ( a lo ancho y a lo largo), bombear durante media hora sin cerrar la llave del aire, reventarte los tímpanos comprobando el fonendo, y dejar el brazo de tu compañero como un chorizo a presión, consigues oír latido. Total para nada, porque te concentras tanto en el sonido que pierdes de vista el medidor. Da igual, no lo intentes, al principio coordinar rueda de aire, balón , medidor , fonendo y latido es demasiada presión. Relájate y repite el proceso, no te vaya a dar un vahído.
Lo más rico de todo es apuntar  125/85. Jaja, tensiones de 3 cifras, yogurines…  
            


Entonces la profesora dice: chicos, esto es una jeringa . Si tiráis de este émbolo aspiráis, y si lo apretáis expulsáis el líquido.
“Disculpe profesora, creo que me he metido en la clase de retrasados, mejor me voy.”
-          Esto es una bolsa de suero estándar. Y esto un sistema venoso. Todos los sistemas deben ser purgados, pues de lo contrario inyectaréis aire en el paciente, se inflará como un globo, se irá volando y claro, es una movida.
Bromas sobre embolias gaseosas aparte , eso de purgar sueros abre un universo nuevo ante ti. Enchufas el pitorro por donde no es, revientas bolsas, purgas un sistema llenándolo de burbujas, purgas un sistema en el suelo, te lo purgas encima, aprietas la bolsa porque no va y te purgas más encima….pero al final te sale.
Entonces llegamos al momento crítico de la mañana: las llaves de 3 pasos.
Todos sabemos que las llaves de 3 pasos tienen 2 posiciones básicas: la que no funciona y la que lo moja todo.
Yo sé que los profesores lo intentan. En el fondo sé que lo intentan, pero lo que viene siendo capacidad didáctica en estos temas tienen la justita. Hasta que te das de bruces con ellas a diario, las llaves de 3 pasos requieren su práctica.
Las putas llaves de 3 pasos!
Seguimos : Extracciones de sangre.
Quiero agradecer públicamente a los responsables de mi escuela que pensasen en mi formación. Los brazos y culos de plástico para practicar estaban tan tremendamente jodidos que me sirvieron para adaptarme a venas de yonkis y quimioterápicos. Lo del compresor con textura de queso gruyer mejor ni lo comento. 
Además el pompis de prácticas tenía un agujero en medio de glúteo del tamaño de la fosa de las Marianas. Eso es una indirecta para que esquivemos el nervio. Qué majos.
Seguro que todos pasasteis por esto, pero no todos lo hicisteis DE RESACA.
Como he dicho, la preparación para el hospital viene siendo una pérdida progresiva y gradual de la subnormalidad y la torpeza. La poca que te quede se te quitará allí a base de hostias.

Continuará.